Tras la huella de los elefantes de bosque de Gabón FSC / Alex Dunn El todoterreno desciende lentamente por el camino polvoso a través de una sucesión de densos bosques con árboles de hasta 30 metros de altura apuntando al cielo. FSC / Alex Dunn Agosto 12, 2019 Categoría : Cuentos Muchos de ellos son árboles ocume (Aucoumea klaineana), altos y majestuosos, con esa corteza salpicada de rojo que los caracteriza para recodarnos la abundancia de esta valiosa especie perteneciente a los ricos recursos silvícolas de Gabón. Vamos en camino a ver a los elefantes de bosque, una especie africana de elefantes nativos de las selvas tropicales húmedas de África Occidental y de tamaño ligeramente menor pues la evolución obligó a la especie a adaptarse a su entorno natural. Los elefantes acostumbran bañarse en ciénagas saladas ubicadas en un área de conservación de flora y fauna silvestre dentro de la concesión de manejo forestal de Precious Woods en el corazón de la selva tropical húmeda de Gabón. La concesión contiene varias áreas de conservación donde no se realiza ningún tipo de aprovechamiento. Aunque se sabe que los animales deambulan por toda la concesión y la empresa es muy cuidadosa de protegerlos en toda la zona, estas áreas están reservadas específicamente para apegarse a los estándares del FSC, sirviendo como hábitats naturales especiales para distintas especies, incluyendo búfalos de agua, grandes simios y elefantes. Nuestro viaje comienza a principios del atardecer para poder llegar al área antes de que obscurezca, cuando los animales suelen reunirse en las ciénagas ricas en minerales conocidas como bloques de minerales para lamer. Los elefantes los aprecian mucho por su contenido de sales y otros nutrientes minerales. FSC / Alex DunnEn la sabana abierta Después de una hora de viaje, nuestro guía, Toussaint, el director encargado de la proteger la fauna silvestre, nos indica que estamos acercándonos al área. Bajamos del vehículo y avanzamos a pie a través de una extensión de sabana forestal caracterizada por pastizales altos, escasamente poblada de arbustos y especies de árboles más pequeños. “Estamos por llegar al Santo Grial”, susurra bromeando Cynel, nuestro socio investigador en Gabón que trabaja con el FSC en un proyecto innovador de muestreo de madera en asociación con el Real Jardín Botánico de Kew y Agroisolab para combatir la tala ilegal. Junto con miembros del equipo FSC de Integridad de Cadenas de Suministro, hemos estado recolectando muestras de distintas especies de madera en concesiones certificadas FSC de Gabón para la realización de análisis isotópicos. La información que se obtenga de este proyecto ayudará a equiparar el origen de artículos de madera con las muestras recopiladas para determinar con mayor precisión su origen y ayudar a combatir el comercio ilegal de madera. Ingreso al bosque Al convertirse abruptamente la sabana en un denso bosque, llegamos a un sendero con señales evidentes de elefantes activos: árboles cuya corteza se ha desgastado hasta convertirse en bultos lustrosos debido a que los paquidermos los aprovechan muy bien para rascarse. Se trata de un mundo distinto al que dejamos atrás y el cambio del ecosistema es fantástico: la luz escasea, pero la humedad y la vegetación son más intensas como si estuvieran en una lucha constante por alcanzar la lejana luz del dosel. Aquí el sendero de los elefantes se vuelve más denso y obscuro, casi ominoso, con huellas en el lodo tan frescas que puedes distinguir las uñas de las patas. Más adelante, un arroyo atraviesa nuestro camino. Lo cruzamos contoneándonos y subimos una pequeña colina donde los sagaces animales han aprendido a evitar un par de grandes troncos caídos, posiblemente debido a una tormenta, abriendo un sendero lateral a través del denso follaje para facilitar su camino hacia la ciénaga. Ahora, nuestro silencio se torna casi completo al hacernos señas Toussaint con un rápido movimiento de la mano de que estamos acercándonos a la manada. Los elefantes tienen un excelente oído y tratamos de caminar lo más lenta y silenciosamente posible para que el único sonido sea el de nuestras pisadas en el follaje forestal. A pesar del calor y la humedad, la posibilidad de ver a estos hermosos animales nos mantiene avanzando implacables hacia la meta. En esta etapa caminamos agachados ya que al irnos acercando al abrevadero, el follaje y los árboles van escaseando, haciéndonos más visibles. Repentinamente, como si por un automatismo natural de muchos años como conservacionista experimentado, primero con WWF y ahora con Precious Woods, Toussaint hace una seña con la mano de detenernos y seguir agachados. Después de un momento que parece una eternidad, solamente interrumpida por el sonido palpitante de nuestro entusiasmo, Toussaint apunta con el dedo índice hacia una depresión justo delante de nosotros. FSC / Alex DunnNuestros sentidos están maravillados. A unos cien metros, dos crías de elefante y dos hembras adultas, una de ellas claramente la matriarca, se bañan despreocupadamente en el agua salina, bebiendo los indispensables elementos minerales. Nos agachamos todos y observamos la majestuosidad de la naturaleza en todo su esplendor. Las crías se regocijan en el agua, mientras sus cuidadoras adultas observan intensamente su entorno con el oído alerta, probablemente sabedoras de nuestra presencia en el terreno más elevado. Estamos tan hipnotizados por estas hermosas criaturas que apenas y escuchamos nuestra propia respiración. Mientras que los elefantes continúan con su ritual, en toda su majestuosa belleza, solo podemos pensar en lo privilegiados que somos de ser testigos de la naturaleza reconciliada con el manejo responsable de los recursos silvícolas y de cómo, en este rincón de Gabón, la conservación de la fauna silvestre está protegida dentro de los límites de una concesión forestal certificada FSC. Quince minutos después, la matriarca decide que ya ha sido suficiente y los elefantes inician el regreso al denso bosque del lado opuesto de donde nos encontramos, mientras que una cría se queda imperturbable, ajena a que los otros se han marchado y bebiendo la sabrosa agua. Cuando se da cuenta de lo lejos que está de los demás, acelera el paso para alcanzar al resto de la manada, solo para ser amonestada con un rápido movimiento del tronco y el sonoro barrito de una de las adultas por su egoísta decisión. Cuando la manada desaparece adentrándose en el bosque, todos nos miramos con el corazón latiendo de emoción y una amplia sonrisa en nuestros rostros. La caminata de regreso al vehículo es larga y estamos agotados, pero cada paso bien vale el esfuerzo, así como también lo vale el de asegurar la presencia de esos animales para las generaciones futuras.