En las primeras filas del cambio climático FSC / Bablu Virinder Singh El cambio climático es un tema emotivo y que a menudo causa división. FSC / Bablu Virinder Singh Agosto 19, 2019 Categoría : Cuentos Se presenta como un asunto que impactará sobre todo a las generaciones futuras. Sin embargo, para comunidades como la de los samis de Suecia, que llevan ya décadas combatiendo los efectos del cambio climático, no se trata de una cuestión de prepararse para enfrentar una amenaza futura. El cambio climático ya ha cobrado vidas de sus seres queridos, amenazado sus medios de subsistencia y colocado una presión intolerable en sus vidas, ya de por sí, sometidas a elevadas presiones. Su historia habla de una increíble resiliencia, y de las pérdidas que el cambio climático significará para un sinfín de comunidades, si no actuamos de manera enérgica. Nosotros, en el Forest Stewardship Council (FSC), consideramos que los samis son voceros inmejorables para llamar la atención sobre los impactos del cambio climático, puesto que ellos lo han experimentado de primera mano. Es una mañana fresca y clara de principios de febrero cuando llegamos a la totalmente nevada localidad de Harads, a unos 50 kilómetros al sur del Círculo Polar Ártico. Frotándonos las manos enguantadas, nos ponemos en marcha en busca de nuestro guía. En una pequeña estación de servicio encontramos a uno de los 500 habitantes del poblado. El hombre no llevaba puesto más que una camiseta y pantalones vaqueros. A un comentario sobre lo valiente que es, el hombre responde encogiéndose de hombros y diciendo con ligereza, “Ya casi estamos en primavera.” FSC / Bablu Virinder Singh Sentado frente a una mesa plegable flanqueada por repisas y un mostrador, ahí está Lars Evert Nutti, nuestro guía y miembro de la comunidad sueca de samis. Los samis son pueblos indígenas que han habitado durante generaciones a lo largo de las costas del Océano Ártico y tierra adentro. Hoy en día viven dispersos en Suecia, Noruega, Finlandia y algunas partes de Rusia. Muchos de los 20,000 a 35,000 samis de Suecia viven en aldeas del ártico y conservan sus formas de vida tradicionales, incluyendo la caza, la pesca y la cría de renos. Como tal, los samis dependen de los bosques para su sustento y constituyen un grupo importante de actores sociales del sistema FSC. Lars es un hombre callado, pero tiene un aire de tranquila determinación. Se acomoda en su silla, con una tasa de café en la mano mientras nos observa en silencio. Sus luminosos ojos azules revolotean sobre nuestras libretas y cámaras, sin perder un solo detalle. La capacidad de observación significa mucho más que una simple habilidad para un hombre que ha pasado gran parte de su vida en el bosque. En estas condiciones árticas, el ignorar los detalles puede ser mortal. Apuramos nuestro café y nos adentramos en el bosque con Lars para echar un vistazo a la vida cotidiana de un pastor de renos sami. En el bosque hace muchísimo frío, del tipo que quema y se cuela por las rendijas y nos escalda la piel a pesar de las múltiples capas de tela de lana que nos protegen. Ojos y narices escurren y el líquido se congela. Permanecemos de pie rígidos mirando a los renos, cuidadosos de no asustarlos. Carámbanos diminutos que cuelgan de nuestras narices y pestañas permanecen inmutables incluso cuando parpadeamos e inhalamos con fuerza. Aquí todo es un esfuerzo contra la merma de energía: personas, baterías, teléfonos inteligentes… Los renos migran de forma natural en todo el país, en busca de mejores pastizales para sobrevivir a los implacables inviernos. Se alimentan de líquenes que están en el suelo y cuelgan de los árboles, algunas veces escarbando profundamente en la nieve pulverizada para encontrar el sustento. Los pastores siguen las rutas migratorias naturales de los renos usando motos de nieve para asegurar que ningún reno se aleje o caiga presa de carnívoros como osos, por ejemplo. Esta puede ser una tarea difícil y requiere de una vigilancia constante. Los renos pueden olfatear la comida a distancia y en ciertos casos algunos pueden alejarse en grupos y perder el rastro de la manada en su búsqueda de un sabroso bocado. El aislamiento puede significar la muerte, ya que solo los renos más fuertes pueden sobrevivir en invierno. FSC / Bablu Virinder Singh Atravesamos un lago congelado y llegamos a un pequeño refugio de madera enclavado en la nieve como casita de galleta de jengibre sobre montículos de azúcar. Aquí, con gran destreza Lars corta madera para encender el fuego y prepara una jarra de café. El padre de Lars fue pastor de renos, al igual que su padre antes de él. Como la mayoría de los adultos en la comunidad Sami, Lars creció en un sistema donde su familia estaba marginada. Los niños eran obligados a ingresar a internados donde su exposición a su cultura o tradiciones era limitada, así como a la sociedad más amplia. Hoy en día, avances visibles se han logrado en términos del reconocimiento de los samis y de su cultura. Sin embargo, tomará todavía muchos años erradicar siglos de opresión, vestigio de lo que se esconde bajo la superficie de las interacciones de todos los días. Pacientemente Lars nos explica la logística del pastoreo de renos. “Cada aldea tiene sus propias rutas migratorias y zonas de pastoreo.” Sin embargo, los cambios en los patrones climáticos y en el uso de la tierra están poniendo presión en los recursos. “La competencia por el pastoreo es feroz,” nos explica Lars. "Está ocasionando rupturas entre aldeas samis, entre familias…hermanos peleándose unos con otros.” Las repercusiones para esta comunidad, ya de por sí pequeña, podrían ser devastadoras. Con Lars como nuestro guía, arreglamos conocer a Bertil Kielatis, un hombre enjuto de 80 años de edad entrados en los 30 que nos recibe cálidamente antes de compartir sus años de experiencias y recuerdos. “La vida ha cambiado mucho,” nos dice. “Cuando era niño, toda la familia hacía el viaje con los renos. Yo era un pequeño de 3 o 4 años de edad y eventualmente sentía las piernas tan cansadas que ya no podía caminar. Mi madre me abrigaba y me sujetaba al lomo del reno. Recuerdo cómo me balanceaba suavemente hacia adelante y hacia atrás y muy pronto caía profundamente dormido.” Se vio obligado a ingresar a un internado, a pesar de que su familia vivía muy cerca. El estar separado de sus padres fue difícil y los profesores se convirtieron en figuras parentales para Bertil. “Todo estaba en sueco,” recuerda. “Todo, excepto la biblia.” Terminó la escuela a los 12 años y eligió cursar una carrera en cría de renos. “Yo quería seguir estudiando pero el pastoreo de renos es un trabajo muy intensivo, así que tuve que elegir,” nos explica. “Y de todas maneras me volví inteligente,” agrega con una chispa en la mirada. Bertil ha presenciado de primera mano el cambio en el clima y el impacto asociado para su comunidad. Hablamos sobre los incendios forestales que causaron estragos en los bosques de Suecia en 2018. Bertil sacude la cabeza y dice, “nunca en mi vida había visto incendios forestales como esos. Fue terrible, miles de hectáreas de bosques resultaron afectadas y todos los líquenes quedaron destruidos.” Mira fijamente a lo lejos como viendo el futuro. “Tardara mucho tiempo volver a tener líquenes, mucho más después de que el pasto haya crecido de nuevo. Varias aldeas samis estarán afectadas en los próximos años.” Cruza las manos y prosigue. “Cuando era joven había una pequeña posibilidad de un clima un poco más cálido en noviembre o principios de diciembre, después de lo cual el invierno era seguro y podíamos iniciar la migración. Ahora la temperatura puede alcanzar un máximo en cualquier momento y jamás sabemos a qué atenernos.” Agrega que, con el tiempo, los renos también han cambiado su forma de comportarse. “En 1998, los renos seguían tomando exactamente las mismas rutas migratorias. Ahora, están perdiendo su instinto de migrar. Parecería incluso que están conmocionados.” Lars nos lleva a conocer a su primo, Mikael Kuhmunen, quien encabeza una asociación de 100 empresas de pastoreo de renos. Mikael se reúne con su padre, Per Olof Kuhmunen, cada año para preparar a sus renos para el mercado anual de invierno en Jokkmokk. Antiguamente una reunión para pagar impuestos a los monarcas suecos, el mercado ha evolucionado para convertirse en un espacio al que acuden las comunidades samis para reunirse con miembros de la familia, para comprar y vender, o para discutir y resolver problemas compartidos. Mikael también comenta sobre la imprevisibilidad del clima. “Mi padre me habló de algunos inviernos malos hace mucho tiempo cuando las temperaturas se elevaban abruptamente, pero actualmente hemos tenido malos inviernos durante 15 años. Antes podías estar seguro de que la nieve habría desaparecido a mediados del verano. Ahora, es difícil planear pues no puedes estar seguro de nada.” Recuerda un año en particular cuando las temperaturas a mediados de verano estuvieron más bajas que las del Año Nuevo. “Tuvimos que retrasar el marcado de los becerros. Y cuando finalmente llegó el clima cálido, la temperatura alcanzó los 30 grados.” La subidas abruptas de temperatura pueden hacer que la migración sea muy peligrosa, en especial debido a que hay que cruzar ríos y lagos congelados para llegar a zonas de pastoreo de invierno y primavera. Cuesta muchas vidas el que personas y renos rompan el hielo que se derrite y caigan y se ahoguen. Hace unos años, el hielo en un lago congelado se colapsó cuando varios pastores iban cruzándolo y 200 renos murieron. FSC / Bablu Virinder Singh Con el impulso por fuentes de energía renovables y limpias como una solución para el cambio climático, la comunidad sami enfrenta un desafío único: los samis se ven perjudicialmente impactados no solo por el cambio climático mismo, sino por sus propuestas de solución. Las granjas eólicas fragmentan las rutas migratorias de los renos y la hidroelectricidad también pone presión en las comunidades de pastores. “El agua se bombea realmente rápido, en especial cuando está fría y los ríos y lagos están congelados,” nos explica Mikael. “Cuando el agua se mueve así de rápido, el hielo se rompe, se derrite y se vuelve inestable. Nuestro mayor temor es cuando estamos trasladando a los renos; solo es cuestión de tiempo antes de que alguien caiga rompiendo el hielo y se ahogue.” Mikael mira a Lars. “Así fue como Lars perdió a su padre.” Es un momento emotivo, marcado por una gran pérdida compartida entre dos orgullosos hombres, aunque ninguno profundiza más en lo dicho. “Todos en Suecia piensan que nos negamos a todo, así que nos esforzamos por escoger nuestras batallas. Sin embargo, estamos enfrentando tantas presiones, de la minería, los caminos, los trenes, la silvicultura, las granjas eólicas, los depredadores naturales…el cambio climático es una presión más y significa demasiado. No podemos hacer frente a todo,” dice Mikael. Camilla Labba es una amiga cercana de Lars, y otra pastora de renos de la zona. Nos reunimos con ella y con su pareja Stig Persson en su cocina, un espacio acogedor con tres perros echados en distintas partes del lugar. La joven mujer habla animada, explicando por qué los patrones de clima extremo son perjudiciales para los renos. “El cambio climático es un problema enorme. Por ejemplo, la consistencia de la nieve es diferente ahora. Donde alguna vez hubo nieve, hoy lo que hay son de 3 a 6 centímetros de hielo. Los renos no pueden excavar el hielo para llegar al alimento y mueren de hambre.” Prosigue diciéndonos que muchos pastores de renos se ven obligados a comprar forraje complementario para sus renos. “Pero esta no es una buena solución, ya que los renos tienen estómagos sensibles y a algunos el forraje los enferma tanto que mueren,” nos señala. Stig explica que también cuesta mucho dinero comprar el forraje y contratar ayudantes adicionales para monitorear a los renos y alimentarlos diariamente. El gobierno proporciona cierto apoyo para cubrir estos costos, pero éste no está garantizado y en ocasiones llega demasiado tarde, cuando el invierno hace mucho que acabó. Camilla vierte otra tasa de café. “Algunas veces la gente no entiende el impacto que tiene el clima extremo. Hace poco todavía teníamos nieve cuando se suponía que ya toda debía haberse derretido; mi sobrinita estaba muy feliz de ver la nieve. Tuve que decirle que cuando tuviera sus propios renos esta situación ya no le daría tanto gusto.” Los elementos causantes de estrés para esta comunidad muy unida, incluyendo la amenaza siempre creciente del cambio climático, han tenido un notorio efecto en las generaciones más jóvenes. Nos reunimos con Sanna Vannar, que viene de la misma aldea que Lars y dirige la Asociación Juvenil Sami, y con su amiga Anja Fjellgren Walkeapää. Las jóvenes mujeres comparten bromas privadas que hacen aparecer diminutas arrugas en el rabillo de sus ojos; ellas comandan el ambiente de la sala con su espíritu de rebelión. Se niegan a apegarse a un sistema que históricamente las ha oprimido. Sanna forma parte de una demanda judicial entablada ante el Tribunal Central Europeo cuya finalidad es obligar a la UE a elevar sus objetivos climáticos para el 2030. Sanna fue criada por padres activistas. “Ha sido parte de quien soy desde que nací,” nos dice. Anja quería ser pastora de renos pero sus padres la impulsaron a proseguir sus estudios. Después de terminar el bachillerato, estudió silvicultura, pero su corazón jamás dejó de atraerla al pastoreo de renos. Hoy en día trabaja como experta en cuestiones de pastoreo de renos para la Agencia Forestal Sueca. FSC / Bablu Virinder Singh Las mujeres hablan abiertamente de las dificultades que enfrentan, tanto externa como internamente. “Aquí todos saben de un amigo o un miembro de la familia que se ha suicidado,” dice Sanna. “Mi mejor amiga se quitó la vida en 2010,” agrega Anja. “Los jóvenes tienen dificultad en avizorar un futuro por el que merezca la pena vivir.” Hace una pausa de unos minutos antes de proseguir. “La muerte de alguien afecta a nuestra comunidad entera. Todos la perciben.” “Lo único que queremos es sobrevivir,” dice Sanna. “Estamos esforzándonos mucho por proteger nuestra cultura y nuestro futuro. Si no creyera que esto es posible, me acostaría y abandonaría todo ahora mismo.” Ambas mujeres tienen la esperanza de que cada generación traiga consigo, no solo una transformación de la actitud hacia el cambio climático, sino también hacia la comunidad sami. “Vemos cierto cambio positivo, pero hay días que me gana el desanimo,” dice Anja. “Hace unos días recibí una llamada de una abuela deshecha en llanto porque su nieto había sido perseguido en el patio de la escuela por otros niños que se burlaban de él por ser sami.” Al despedirnos de Lars y del resto de la comunidad, las palabras de Bertil permanecen en nuestra mente. “En la sociedad de hoy en día, lo único que les importa a todos son sus propios intereses. Cuando yo era joven, trabajábamos hombro con hombro con los granjeros para hacer frente a los elementos. Trabajamos solidariamente porque enfrentábamos las mismas amenazas. Si queremos sobrevivir todos, la colaboración es imprescindible.” Es difícil no quedar impresionado por la fortaleza de esta comunidad que protege encarnizadamente sus tradiciones, a pesar de numerosas presiones. Sus historias no son mitos, como tampoco lo es el cambio climático. FSC / Bablu Virinder Singh