Los bosques pueden protegernos de pandemias futuras si les damos una oportunidad iStock.com / Joko Yulianto iStock.com / Joko Yulianto Noviembre 10, 2021 Categoría : Cuentos La pandemia de Covid-19 puso de manifiesto el vínculo entre la salud de la naturaleza y la de la humanidad. La ciencia demuestra que la protección de los bosques y de las personas y la biodiversidad que se encuentran dentro es clave para la prevención de enfermedades. Aunque el brote pandémico de Covid-19 tomó por sorpresa a la mayoría de los ciudadanos y a gobiernos de todo el mundo, muchos científicos habían venido prediciendo un evento como este desde hacía mucho tiempo. Los estudios que relacionan la salud humana con la de los bosques se remontan a hace más de 40 años y la evidencia apunta cada vez más a los daños provocados a los bosques por las personas. En 2001, un estudio del Centro de Medicina Veterinaria Tropical de la Universidad de Edimburgo indicó que el 75 % de todas las enfermedades infecciosas que han aparecido en los últimos 50 años provino de la fauna silvestre. A esas se les conoce como zoonosis e incluyen al VIH, la gripe aviar H5N1, el hantavirus y, más recientemente la Covid-19. iStock.com / Gilnature Investigaciones posteriores vincularon nuevas enfermedades infecciosas a la deforestación y, aunque se enfocan en diferentes enfermedades y diferentes regiones del mundo, estos estudios concluyen que cuando se destruyen los bosques, los animales que viven en ellos, como ratas y murciélagos y que son portadores de enfermedades que transmiten a las personas, se ven obligados a ocupar áreas cada vez más pequeñas, lo cual hace que entren en contacto con los humanos y, por lo tanto, aumenten la probabilidad de que las enfermedades se ‘desborden´, es decir, que adquieran la capacidad de saltar de una especie a otra. Un ejemplo bien conocido es la epidemia del virus del Ébola de 2014 a 2016 que se estima mató a más de 13,000 personas desde su descubrimiento en África en 1976. Se detectó que la enfermedad se había transmitido al ser humano por murciélagos de la fruta. Una investigación publicada en Nature en 2017 encontró una relación importante entre los brotes del Ébola a lo largo de los linderos de bosques tropicales y la pérdida de cubierta forestal durante los dos años anteriores. Concluye que prevenir la pérdida de bosques podría reducir la probabilidad de brotes en el futuro. La devastación ocasionada por la pandemia de Covid-19 a las vidas y medios de subsistencia destaca esta situación cada vez con más fuerza. Al tiempo que los países en todo el mundo entraron en confinamiento en marzo de 2020, la Directora Ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Inger Andersen advirtió que la naturaleza estaba enviando el siguiente mensaje al ser humano: "La erosión constante de áreas silvestres nos ha acercado incómodamente a los animales y plantas que hospedan enfermedades transmisibles a las personas". A principios de este año, los investigadores franceses Serge Morand y Claire Lajaunie realizaron el primer intento por investigar a escala global si la pérdida y ganancia de cubierta forestal pueden ocasionar los brotes de enfermedades zoonóticas. Examinaron las tendencias mundiales entre los cambios en la cubierta forestal en las últimas décadas y las epidemias de enfermedades infecciosas en humanos. Su investigación documentó que el aumento de los brotes de enfermedades zoonóticas y transmitidas por vectores de 1990 a 2016 está ligado a la deforestación, principalmente en países tropicales. Sin embargo, todavía hay muchas preguntas sin responder. Julia Fa, profesora de Biodiversidad y Desarrollo Humano de la Universidad Metropolitana de Manchester y coautora del estudio sobre el Ébola y la deforestación, afirma que, aunque existe un fuerte vínculo entre la deforestación y el Ébola, no se sabe qué fue lo que ocurrió durante los dos años entre ambos fenómenos. "¡Esa es la pregunta del millón! La forma más sencilla de verlo es que existe un equilibrio entre los virus, los agentes patógenos y los animales y si se rompe ese equilibrio repentinamente, la cantidad de virus aumenta, por lo que se vuelven mucho más activos durante ciertos periodos.” Y aclaró que, los virus se propagan a animales, y cuando hay personas involucradas, los virus se propagarán después a las personas. El investigador de Estados Unidos Nathan Wolfe bautizó como ’parloteo viral’ el aumento en la actividad de virus cuando se les altera. "Si se rompe el equilibrio entre patógenos y receptores, estamos favoreciendo a unos patógenos por encima de otros", continuó Julia Fa. "La pieza clave que falta en el rompecabezas es la relación entre patógenos, animales y personas y el mecanismo que favorece el aumento de virus", añadió. "Esto permitiría predecir brotes futuros". Fa y su equipo están trabajando en recopilar toda la información existente para desarrollar un mapa de las áreas más proclives a las enfermedades. “Se debe realizar más investigación para descubrir cuáles virus están presentes en áreas donde ha habido deforestación desde hace diez, cinco, o dos años, y en la actualidad, para entender qué les está sucediendo a los virus y patógenos a través del tiempo", explicó. También se han encontrado vínculos entre reforestación y brotes de enfermedades, ya que plantar árboles también puede dar como resultado la alteración del equilibrio en los bosques y acercar a animales y población. La investigación de Morand señaló que esto sucede principalmente en países templados, y fue provocado especialmente por las plantaciones de monocultivos, o cuando la tierra que había sido sabana o pastizal se convirtió a bosque. "Los programas de reforestación como el programa REDD+ de la ONU – el cual promueve que los países en desarrollo reduzcan la pérdida y degradación de los bosques y expandan los bosques ya existentes, tienen que fomentar la biodiversidad y la salud humana y no enfocarse solamente en el cambio climático", afirmó Morand. Para proteger eficazmente los bosques e impedir la propagación de enfermedades, los expertos coinciden en que los pueblos indígenas deben participar activamente. Las comunidades indígenas viven de un modo que busca mantener el equilibrio de sus ecosistemas, así como su biodiversidad. iStock.com / USO Una investigación publicada en 2017 identificó por primera vez la extensión de tierras indígenas en todo el mundo y descubrió que los pueblos indígenas manejan o poseen derechos de tenencia de por lo menos 38 millones de km2 en 87 países o zonas políticamente distintivas en todos los continentes habitados. Lo anterior representa más de una cuarta parte de la superficie del planeta e intersecta aproximadamente el 40 % de todas las áreas protegidas y paisajes ecológicamente intactos (como son los bosques primarios boreales y tropicales, las sabanas y los pantanos) y concluye que la colaboración entre conservacionistas, pueblos indígenas y gobiernos sería muy benéfica para la protección de ecosistemas. Otros informes hacen eco de esta conclusión, como el de la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES por sus siglas en inglés), el cual recomienda que los conocimientos de los pueblos indígenas y de las comunidades locales sean parte de los programas de prevención de pandemias. Los pueblos indígenas también serán un elemento clave de las iniciativas que utilizan el concepto "Una sola salud " respaldado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y que implica el diseño de programas y políticas a nivel local, nacional y global para lograr la mejor salud para el planeta en su conjunto: personas, animales y medio ambiente. Por ejemplo, el Convenio sobre la Diversidad Biológica de la ONU – organismo que administra el tratado mundial de protección de la fauna silvestre recomienda que las políticas para proteger hábitats como los bosques tengan en cuenta el uso de los recursos naturales por parte de las comunidades indígenas y locales, y que se considere la salud humana al llevar a cabo la restauración del ecosistema. La salud humana también será un componente clave para la investigación que está llevando a cabo un nuevo panel global sobre bosques y salud humana convocado por la Unión Internacional de Organizaciones de Investigación Forestal. Morand, uno de los miembros del panel, explicó que se considerarán no sólo los aspectos negativos de bosques y enfermedades infecciosas entre los humanos, sino también cómo el hecho de proteger los bosques promueve el bienestar y la buena salud de las personas. Y dijo: "Creo que este trabajo realmente aportará evidencia científicamente fundada para desarrollar políticas sobre este tema". Kim Carstensen, Director General del FSC: Proteger los bosques es fundamental por muchas razones, y una de ellas es prevenir brotes de enfermedades en el futuro. Hoy en día, las personas, las empresas y los gobiernos son más conscientes del papel esencial que juegan los bosques a nivel mundial. Como FSC®, hemos contribuido por más de 26 años a la protección de los bosques y de la biodiversidad, y seguiremos haciéndolo con gran dedicación. Juntos podemos trabajar para proteger los Bosques para Todos para Siempre.